PROMOTORES DE LA GEOINGENIERÍA PLANEAN ESTABLECER UNA COMISIÓN SOBRE RIESGOS CLIMÁTICOS

Foto: Benjamin Child

Monitor de Geoingeniería.

En mayo de 2022 se pondrá en marcha una nueva “comisión global” para discutir y diseñar un régimen de gobernanza para la geoingeniería solar. Este artículo proporciona antecedentes, contexto y una evaluación crítica para informar el debate público sobre el impacto de esta nueva comisión, que busca ampliar y popularizar la geoingeniería solar como una respuesta legítima a la crisis climática.

La geoingeniería solar es un conjunto hipotético de tecnologías que pretenden enfriar el planeta “oscureciendo el sol” temporalmente. Una de las tecnologías sugeridas es la pulverización continua de megatones de aerosoles en las capas superiores de la atmósfera para reflejar parte de la luz solar entrante, con enormes riesgos desconocidos e imposibles de verificar, para los ecosistemas y las personas, especialmente para los más pobres en el mundo.

Las tecnologías de geoingeniería solar aún no existen. Sin embargo, pequeños grupos de científicos del Norte global, a menudo apoyados por millonarios financiadores privados, exploran cada vez más la viabilidad de la geoingeniería solar. Asimismo, algunas instituciones estadunidenses, como la Academia Nacional de Ciencias o la Sociedad Meteorológica Americana, han pedido que se amplíen los programas de investigación sobre geoingeniería solar a pesar de los importantes riesgos ecológicos y sociales que conllevan. La justificación de muchos de esos llamados es “ganar tiempo”; dada la lentitud de la descarbonización y la adaptación climática, argumentan que la geoingeniería solar será necesaria para evitar las peores consecuencias de la disrupción del clima.

Este peligroso razonamiento se refleja en el nombre del nuevo grupo, Global Commission on Governing Risks from Climate Overshoot, autonombrada en español como Comisión Mundial para la Reducción de los Riesgos Climáticos por Rebasamiento.[1] El “rebasamiento” es un nuevo enfoque en algunas comunidades científicas que afirma que quizás ya no sea posible cumplir con el objetivo de París de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1.5 grados centígrados debido a los altísimos costos de la mitigación y a lo improbable, o indeseable, que resultan las transformaciones profundas de nuestros sistemas económicos. Quienes están estableciendo esta comisión presentan ahora ese “rebasamiento climático” como algo casi inevitable, como si la política de mitigación climática y la descarbonización rápida fueran imposibles. Por ello, sostienen que la “ingeniería climática” podría convertirse en la única póliza de seguro tecnológica contra el cambio climático devastador. Un problema fundamental de este razonamiento es, por supuesto, que el potencial de estas propuestas tecnológicas hipotéticas haga que se reduzca la urgencia por los cambios transformadores que se necesitan.

Por ello, la resistencia a la geoingeniería solar como opción de política climática es fuerte y está creciendo. Los gobiernos dudan en financiar la investigación de estas tecnologías hipotéticas y muchas organizaciones de la sociedad civil están haciendo campañas en contra de cualquier plan de ingeniería climática.

Es importante destacar que, en enero de 2022, un grupo internacional de científicos de ciencias naturales y sociales publicó una carta abierta en la que piden un Acuerdo Internacional de No Uso de la Geoingeniería Solar. Esta carta ha sido firmada por más de 320 académicos de 50 países, que coinciden en que los riesgos de la geoingeniería solar son inaceptables. Además, la iniciativa destaca que la geoingeniería solar es fundamentalmente ingobernable.[2]

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) también se mantiene cauto. En su último informe sobre mitigación del cambio climático,[3] el resumen para responsables de políticas, un documento importante, no dedica ni una sola palabra a la geoingeniería solar. El mensaje es claro: el IPCC no ve la geoingeniería solar como parte de los esfuerzos globales para mitigar el cambio climático. Además, es importante señalar que el IPCC ha advertido repetida y consistentemente en contra de las vías de acción que apuestan por el rebasamiento de la temperatura sobre 1.5 grados.  En sus últimos informes confirma que la captura y almacenamiento de carbono (CAC) y la remoción de dióxido de carbono (RDC) no han sido probadas a escala, no están disponibles a corto plazo, su beneficio para el clima es incierto y plantean riesgos significativos de daño para los seres humanos y la naturaleza.[4]

No rinde cuentas

A la fecha de este escrito, aún no han sido publicados los integrantes de esta  nueva Comisión Mundial para la Reducción de los Riesgos Climáticos por Rebasamiento pero se supone que son unos quince figuras políticas conocidas,  entre los que se encuentran ex presidentes, ministros y representantes de organizaciones internacionales.[5]

La información disponible públicamente sobre esta comisión es limitada, y muchos detalles, como el proceso de selección de los participantes y las fuentes de financiamiento, siguen envueltos en misterio.

Pero lo que se sabe sobre esta comisión es motivo de profunda preocupación para quienes han estudiado los riesgos de la geoingeniería solar y para quienes afirman los valores democráticos.

En primer lugar, se trata de una comisión de quince ex políticos y diplomáticos sin legitimidad pública. Varias personas favorables a la geoingeniería que forman parte del grupo que seleccionó a esos políticos jubilados influyeron notablemente en su composición. La comisión no tiene ningún mandato de Naciones Unidas o del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. No está vinculada ni apoyada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. No forma parte de la estructura institucional de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ni de ninguna otra organización internacional. La comisión está auspiciada más bien por una pequeña organización no gubernamental, el Foro de la Paz de París, un instituto privado de reciente creación que, de acuerdo con su página web, organiza plataformas de gobernanza, en particular “cuando las instituciones [multilaterales] no pueden actuar o cuando las soluciones propuestas son insuficientes”.[6] No se ha revelado quién ha seleccionado a los miembros de la comisión y éstos no tienen que rendir cuentas al público ni a las personas y comunidades potencialmente afectadas.

NO ES REPRESENTATIVA

En segundo lugar, es poco probable que la comisión represente a la juventud mundial y, por lo tanto, que aporte un fuerte compromiso con los principios de justicia intergeneracional. Según lo que se ha revelado hasta ahora, es probable que la mayoría de los comisionados estén jubilados o cerca del retiro. En general, representan a la generación responsable de la inminente crisis climática, vinculada al poder político y a la autoridad que en su día ejercieron como antiguos dirigentes en sus países y en las instituciones internacionales. Dadas las décadas de incompetente liderazgo y acción climática, una comisión formada por antiguos políticos que no vivirán lo peor de la crisis climática parece estar mal preparada para asumir la autoridad en la configuración del debate global sobre si se debe hacer geoingeniería en el planeta.

El presidente de esta comisión sobre rebasamiento climático, Pascal Lamy, es un buen ejemplo de ello. Lamy ha tenido una larga carrera en el servicio público francés, europeo e internacional, entre otras cosas como secretario general del Comité para la Remodelación de las Estructuras Industriales en el Departamento del Tesoro francés y como Comisario de Comercio de la Unión Europea. Ha trabajado en el banco Crédit Lyonnais y asesora a varias empresas multinacionales, como Danone y Bosch. Lo más importante es que, de 2005 a 2013, Lamy estuvo al frente de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el organismo responsable de la expansión masiva del comercio y del consiguiente aumento de las emisiones de carbono en un momento en que la magnitud de la crisis climática era evidente. Como antiguo dirigente de la OMC, Lamy es cómplice y responsable en parte del crecimiento masivo de las emisiones durante ese periodo. Su legado de acción climática insuficiente es preocupante.

ELITISTA Y ANTIDEMOCRÁTICA

En tercer lugar, la creación general de esta comisión de geoingeniería de élite es contraria a los llamados urgentes por un proceso más democrático. A medida que las desigualdades y disparidades de los impactos climáticos se hacen más evidentes, la participación inclusiva y la representación diversa son esenciales para todas y cada una de las deliberaciones sobre cómo responder a la crisis climática. En lugar de apoyar a esta élite privada, se debería invertir en innovaciones sociales que incluyan escuchar a las organizaciones y movimientos de base, indígenas y populares, a las asambleas ciudadanas, a los parlamentos ciudadanos y a la democracia deliberativa, en donde los ciudadanos debatan el futuro, planteen y desarrollen soluciones novedosas a la crisis climática y encuentren un terreno común para una “transición justa” lejos de los combustibles fósiles.

CREADA POR LOS PROMOTORES DE LA GEOINGENIERÍA

En cuarto lugar, el proceso en torno al cual se ha creado la comisión fue iniciado y ha sido configurado por quienes más promueven y defienden la geoingeniería solar en el mundo. Como resultado, la comisión ya está profundamente sesgada hacia promover y justificar la geoingeniería.

Un pequeño grupo de pilotaje, constituido a principios de 2021, definió los objetivos, alcance y diseño de la comisión, incluyendo la búsqueda de copresidentes, la recaudación de fondos, la dotación de personal de la secretaría y el reclutamiento de los miembros de la comisión.[7] La idea de esta comisión para evaluar las opciones de ingeniería climática surgió en 2017 en un documento político de Edward Parson, un profesor de derecho estadunidense que durante muchos años ha estado a la vanguardia de la defensa de la geoingeniería y dirige el Proyecto de Gobernanza de la Geoingeniería en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Jesse Reynolds, ex becario en UCLA de 2018 a 2021, es otro antiguo promotor de la geoingeniería que escribió un libro en el que defiende la geoingeniería. Utilizando sus credenciales académicas, ha atacado repetidamente a las principales organizaciones de la sociedad civil que se oponen a la geoingeniería solar. Con Reynolds ahora como secretario ejecutivo de la nueva comisión sobre el rebasamiento climático, no hay duda de la dirección a la que se orienta. Con Reynolds coordinando el esfuerzo, la nueva comisión está preparada para normalizar y popularizar una posición a favor de la geoingeniería como parte de las políticas climáticas.

No es de extrañar que David Keith, el promotor más conocido y mejor financiado de la geoingeniería, que ha aprovechado estratégicamente su poder y sus privilegios para impulsar la agenda de la geoingeniería solar durante más de una década, también forma parte del grupo de pilotaje. Keith es profesor de física aplicada y director del programa de investigación sobre geoingeniería solar de la Universidad de Harvard; también tiene intereses financieros en el éxito de esta comisión porque es fundador y miembro del consejo de administración de una empresa (Carbon Engineering) que se beneficia del desarrollo de la tecnología para absorber el dióxido de carbono mediante la captura directa del aire.

Janos Pasztor, otro de los miembros del equipo de pilotaje que diseñó y nombró la comisión sobre el rebasamiento climático, es un antiguo funcionario de la ONU, con estudios en ingeniería nuclear, que trabaja desde 2016 como director ejecutivo del proyecto Carnegie Climate Geoengineering Governance Project. El proyecto Carnegie es un grupo de cabildeo financiado con amplios fondos privados y enfocado en catalizar “la creación de una gobernanza eficaz para las tecnologías de alteración del clima, en particular para la modificación de la radiación solar y la remoción de dióxido de carbono a gran escala” (ahora llamada Carnegie Climate Governance Initiative, C2G). La C2G se autodenomina “imparcial en cuanto al uso potencial de cualquier tecnología o intervención propuesta para alterar el clima”.[8] Sin embargo, su constante defensa de la técnicas de remoción de carbono y geoingeniería solar y sus estrechos vínculos con los promotores de la geoingeniería contradicen claramente esa afirmación.

Los programas de geoingeniería de UCLA, Harvard y Carnegie están financiados por organizaciones filantrópicas similares fundadas por multimillonarios. Algunas de ellas son el Fondo de Bill Gates para la Investigación Innovadora sobre el Clima y la Energía, el Proyecto Open Philanthropy, la Fundación OAK, junto con otras fundaciones y personas millonarias y vinculadas a empresas tecnológicas y financieras.

Stewart M. Patrick, otro miembro del grupo directivo que creó la comisión sobre el rebasamiento climático, es un antiguo planificador de políticas en el Departamento de Estado estadunidense y director del Programa de Gobernanza Global del US Council on Foreign Relations [Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos]. Patrick ha argumentado públicamente que la geoingeniería solar es inevitable.[9] A través de publicaciones, blogs y eventos, el poderoso Consejo de Relaciones Exteriores ha impulsado el debate sobre la geoingeniería solar en los círculos políticos estadunidenses.

Dado el interés relativamente fuerte por la geoingeniería en Estados Unidos, no es de extrañar que el grupo de planificación estuviera fuertemente sesgado hacia representantes del Norte Global: más de la mitad de los miembros del grupo proceden del Norte Global. La Universidad de Harvard y la Universidad de California en Los Ángeles —es decir, los grupos de investigación de Keith y Parson— figuran como co-iniciadores de la comisión sobre el rebasamiento global. Ninguna institución del Sur Global fue mencionada como co-iniciadora.

Las voces críticas a la geoingeniería —como los representantes de los 320 científicos que hicieron un llamado por un Acuerdo Internacional de No Uso de la Geoingeniería Solar— no han sido involucradas para nada, mientras que al menos cuatro miembros del grupo directivo —Keith, Parson, Patrick y Reynolds, secretario de la comisión— están entre los más destacados promotores de la geoingeniería solar.

Oficialmente, la comisión también estudiará la adaptación y la protección de las personas vulnerables en el Sur Global, pero dado el papel dominante de Parson, Keith, Reynolds, Pasztor y Patrick, es evidente que la geoingeniería solar es su meta principal. La adaptación y la vulnerabilidad pueden servir como hojas de parra para ocultar este objetivo central y para darle legitimidad a la comisión. En particular, la propuesta original de esta comisión, realizada en 2017 por Parson, se refería exclusivamente a una comisión mundial sobre geoingeniería, sin mencionar la adaptación.

FUERA DEL PROCESO MULTILATERAL

En quinto lugar, desde el punto de vista conceptual, la comisión sobre el rebasamiento climático parece prever una gobernanza al margen del proceso multilateral establecido. La nota de antecedentes de la comisión afirma que “el actual marco de gobernanza mundial no está preparado para integrar una combinación de diferentes respuestas tecnológicas y políticas en una estrategia única y coherente para reducir los riesgos del rebasamiento climático”, lo que podría sugerir un nuevo régimen de gobernanza para la geoingeniería solar al margen de los procesos políticos democráticos en el marco de la ONU y la convención sobre el cambio climático.

Además, la propia comisión sobre el rebasamiento climático operaría en gran medida al margen del proceso intergubernamental que se ha construido en los últimos treinta años.

Esta separación está relacionada, en primer lugar, con la propia estructura institucional. La comisión mundial sobre el rebasamiento, como se ha señalado anteriormente, no tiene relación con ninguno de los procesos multilaterales establecidos, ni con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, ni con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ni con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. La razón es sencilla: ninguna de estas instituciones ha expresado interés alguno en considerar la geoingeniería solar como una opción política plausible.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha dejado clara su posición al no incluir ninguna referencia a la geoingeniería solar en el Resumen para Responsables de Políticas de su informe de 2022 Mitigación del Cambio Climático. La comisión sobre el rebasamiento climático parece prever aquí su propio sistema de apoyo científico. Según la nota de antecedentes, la comisión “contará con la ayuda de un grupo selecto de científicos de primera línea, que evaluará la gama pertinente de conocimientos científicos y técnicos disponibles”. Dado el fuerte papel formal del Programa de Investigación de Geoingeniería Solar de Harvard y del Proyecto de Gobernanza de la Geoingeniería de la UCLA en la creación de la comisión sobre el rebasamiento climático, parece probable que estos equipos estén entre los “científicos líderes” que “evaluarán la gama pertinente de conocimientos científicos y técnicos disponibles”. En particular, el único estudio científico que se cita en la nota de antecedentes es un artículo de Peter Irvine y sus colegas, de nuevo otro conocido promotor de la geoingeniería solar.

CAMINOS A SEGUIR

Para aquellos preocupados por los riesgos del avance de la geoingeniería solar, este artículo explora dos de las muchas formas posibles de responder a los esfuerzos de los autodenominados expertos de la comisión sobre el rebasamiento climático.

Una es ignorar esta nueva comisión. No ha sido elegida. Es privada. Es simplemente un grupo de funcionarios públicos jubilados que se hace pasar por una “comisión mundial” para influir en la futura gobernanza de la ingeniería climática.

Sin embargo, es probable que esta comisión y sus partidarios intenten aprovechar aún más su influencia. Quienes están detrás de esta comisión se esforzarán por presentar al grupo como legítimo, y aunque el grupo no esté relacionado con las Naciones Unidas, sus promotores querrán representarlo alineado con los paneles oficiales de la ONU, como la comisión Brundtland. Y como está muy bien financiada, el futuro informe de la comisión sobre el rebasamiento climático será ampliamente distribuido por sus partidarios y los grupos de cabildeo afines, en un intento de presentar las conclusiones del grupo como si fueran legítimas y algo que el mundo debería tomar en serio. Equipos de relaciones públicas bien aceitados y fundaciones con bolsillos llenos detrás de la comisión sobre el rebasamiento, así como su fuerte asociación con los principales promotores de la geoingeniería, intentarán que se vea de esa forma. Además, su calendario está coordinado con otros esfuerzos que pretenden normalizar la geoingeniería solar en el ámbito de la ONU, incluyendo la presión para lograr una resolución en la Asamblea General de la ONU en 2023, como propone el C2G.[10]

Una segunda opción es, por tanto, seguir de cerca, evaluar, discutir y criticar todas las comunicaciones y resultados de este grupo. Dada la atención que probablemente generará la comisión, no sería prudente ignorarla. Las organizaciones de la sociedad civil, los académicos y los defensores de la justicia climática deben prestar atención para monitorear sus procesos y comentar públicamente cada vez que se pronuncie.

Los organismos gubernamentales y los representantes electos deben considerar cuidadosamente si van a prestar atención o legitimidad a esta comisión privada y no elegida. El debate sobre si las sociedades deben invertir en el avance de la geoingeniería solar debe ocurrir en foros públicos con una participación amplia e inclusiva. Ciertamente no debe dejarse en manos de quince políticos jubilados que no han sido elegidos democráticamente y que no tienen que rendir cuentas a nadie.


[1] https://parispeaceforum.org/en/initiatives/global-commission-on-governing-risks-from-climate-overshoot/;

[2] https://www.solargeoeng.org

[3] https://report.ipcc.ch/ar6wg3/pdf/IPCC_AR6_WGIII_SummaryForPolicymakers.pdf  

[4] https://www.ciel.org/reports/ipcc-wg3-briefing/

[5] C. Farand, “As 1.5C overshoot looms, a high-level commission will ask: what next?”, Climate Home News, 22 de abril de 2022.

[6] https://parispeaceforum.org/en/missions-and-values/

[7] The Global Commission on Governing Risks from Climate Overshoot, folleto inédito del Instituto Emmett de Cambio Climático y Medio Ambiente de la UCLA, el Foro de la Paz de París, la Escuela de Gobierno Kennedy y la Escuela Paulson de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Harvard, septiembre de 2021.

[8] https://www.c2g2.net/c2g-mission/

[9] S. M. Patrick, “Geoengineering is coming, whether it is governed or not”, World Politics Review, 22 de marzo de 2021.

[10] https://www.c2g2.net/our-approach/