Pese a las muchas restricciones por la pandemia, los pueblos Saami ganaron una batalla este mes de abril, contra el intento de realizar un experimento de geoingeniería en su territorio en Kiruna, Suecia. Es una lucha relevante no solo para estos pueblos indígenas que habitan el Norte de Suecia, sino para todas y todos, ya que la geoingeniería se propone manipular el clima a nivel mundial. El experimento planeado sería un paso para avanzar en un nocivo proyecto con repercusiones globales.
El territorio Saami se extiende por el norte de Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia, donde una parte de sus poblaciones sigue con la crianza nómade de renos, además de mantener muchos otros aspectos de sus economías y culturas. Están organizados más allá de las fronteras nacionales -que no son las suyas ancestrales- y defienden sus derechos integrales como pueblo indígena. Varias organizaciones ambientalistas suecas y otras internacionales alertaron sobre este experimento de geoingeniería planeado en sus territorios desde diciembre 2020. Luego de discutir el tema, el Consejo Saami, que integra los pueblos de los cuatro países, envió en febrero una carta pública a varios actores gubernamentales y del proyecto, demandando su cancelación. Al mismo tiempo, muchas organizaciones y científicos suecos se manifestaron críticos del proyecto, lo cual en conjunto llevó a que la Corporación Sueca del Espacio, que era la contraparte técnica de Harvard en Suecia, anunciara la cancelación del vuelo planeado para junio 2021, entre otras razones, porque no eran conscientes de los muchos aspectos controvertidos de los proyectos de geoingeniería.
Los Saami argumentaron en la carta, que no habían sido consultados antes de planear el experimento, lo cual es un punto con validez legal a nivel nacional e internacional. Pero además aclararon que su objetivo no era la consulta, sino la cancelación del proyecto, ya que no ven necesario hacer ningún experimento de una tecnología que no quieren ni en su territorio, ni en ninguna otra parte.
“La geoingeniería solar viola la cosmovisión del pueblo Saami y va en contra de la acción urgente que necesitamos para transformar el planeta en sociedades con cero emisiones de carbono que estén en armonía con la naturaleza. Damos la bienvenida a la decisión de la Corporación Sueca del Espacio de detener el vuelo en globo planeado sobre las tierras Saami en Kiruna, pero los riesgos existenciales de esta tecnología de geoingeniería la descalifican en su totalidad, no queremos que se se avance nunca, sea aquí o en cualquier otro lugar. El falso argumento de que esta traicionera tecnología podría ser un ‘Plan B’ para el cambio climático, es profundamente peligroso”, declaró Åsa Larsson-Blind, vicepresidenta en Suecia del Consejo Saami.
En efecto, los proponentes del experimento lo plantean apenas como investigación, intentando separarlo de la totalidad del proyecto de geoingeniería. Esta fragmentación no es un aspecto fundamentalmente técnico, sino que forma parte de la estrategia usada para avanzar con tecnologías altamente peligrosas, como las armas nucleares, y evitar la crítica y escrutinio público. El Consejo Saami y otras organizaciones suecas denunciaron por ello que no se puede considerar este proyecto aislado de sus metas finales de desplegar la geoingeniería.
El experimento es parte de SCoPEx, proyecto de geoingeniería solar, organizado por un programa de la Universidad de Harvard, financiado por Bill Gates y otros billonarios. Su idea es avanzar la técnica de inyectar aerosoles en la estratósfera (SAI por sus siglas en inglés), para tapar o reflejar parte de los rayos solares antes de que lleguen a la tierra, para intentar bajar la temperatura global.
Como todas las técnicas de geoingeniería, propone solamente manejar algunos de los síntomas del cambio climático, en este caso el aumento de temperatura, pero no hace nada con las raíces del problema. Las causas del calentamiento global y el caos climático son ampliamente conocidas, se trata del alto uso de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón), principalmente en las industrias de extracción y producción de energía, en el sistema alimentario agro-industrial, en la construcción y transportes.
Al plantear una tecnología que no cambia las causas, las grandes industrias, especialmente las de gas y petróleo, justifican seguir extrayendo y emitiendo gases de efecto invernadero (GEI), bajo el argumento de que las técnicas de geoingeniería solar y/o de remoción de carbono compensarán sus emisiones. Una manera de seguir friendo el planeta y hacer nuevos negocios cobrando el supuesto enfriamiento.
Si el tipo de tecnología que se quiere desarrollar con SCoPEx se realizara a gran escala, con algo similar a nubes volcánicas artificiales sobre el Ártico, los modelos científicos indican que podría bajar la temperatura en el hemisferio Norte, pero a costa de producir graves alteraciones en los patrones de lluvia y viento en los trópicos, con disrupción de los regímenes de monzones en Asia y grandes sequías en África.
Además, como las emisiones de GEI seguirán, una vez instalada esta tecnología, no se puede detener y habría que seguir inyectando aerosoles en nubes artificiales sobre el Ártico por mucho tiempo, incluso siglos. Si se interrumpe, estudios de científicos del clima muestran que habría un “shock de terminación”: al seguir acumulando gases GEI en la atmósfera, la temperatura subiría de golpe, y la adaptación de seres humanos, vegetación y fauna sería mucho más difícil que si se hubiera confrontado los efectos del cambio climático. En resumen: es peor el remedio que la enfermedad.
El experimento SCoPEx se trató de hacer antes en otros territorios indígenas en Arizona y Nuevo México, donde también fue resistido por organizaciones indígenas, como Tonatierra y la Red Ambiental Indígena (RAI) en Turtle Island (América del Norte). Tom Goltooth de la RAI, declaró: “Esta tecnología no es una solución para mitigar el cambio climático, es una forma de perpetuarlo. Tiene demasiados riesgos y es una violación de los derechos indígenas del pueblo Saami y del delicado equilibrio de las leyes naturales de la Madre Tierra y el Padre Cielo”.
La red Ambiental Indígena y Tonatierra, son parte de la campaña mundial “No manipulen la madre tierra”, cuyo Manifiesto contra la geoingeniería cuenta con cerca de 200 firmas de organizaciones nacionales e internacionales de 45 países. El manifiesto menciona que “la geoingeniería perpetúa la falsa creencia de que el actual modelo industrial de producción y consumo —social y ambientalmente injusto y devastador— no se puede cambiar y que la única salida son arreglos tecnológicos para atenuar sus efectos. Los cambios que debemos realizar para enfrentar la crisis climática son fundamentalmente de carácter económico, político, social y cultural”.
La colaboración entre los pueblos indígenas es esencial, así como la solidaridad internacional, ya que la amenaza ahora es que se intente volver con el proyecto a territorios de Estados Unidos.