Hace tres semanas, representantes estatales y de la industria se reunieron en Barcelona con motivo de la Conferencia de la Década de los Océanos, un evento multilateral de la ONU cuyo objetivo era “crear una nueva base para reforzar la gestión sostenible de los océanos e impulsar la innovación basada en la ciencia”. Hubo una flagrante omisión en el orden del día: la geoingeniería marina.
En los últimos años se ha producido un rápido aumento del número de experimentos de geoingeniería que se llevan a cabo en mar abierto y otros entornos marinos de todo el mundo. Estos van desde alterar la química del agua del mar para que absorba más dióxido de carbono (el aumento de la alcalinidad oceánica, OAE, por sus siglas en inglés), verter madera y algas en el océano para que se hundan en el fondo marino (hundimiento de biomasa) y cubrir el hielo del Ártico con miles de millones de bolitas de cristal huecas para reflejar la luz solar (gestión del hielo ártico).
Los mercados de carbono son el principal motor de muchos de estos experimentos y están incentivando el despliegue de proyectos de geoingeniería marina a escalas cada vez mayores. Numerosas empresas citan el potencial lucrativo de la venta de créditos de carbono —y ahora de “enfriamiento”— a industrias contaminantes que buscan compensar sus emisiones. Por ejemplo, recientemente se hundieron mil boyas cubiertas de algas a cambio de créditos de carbono vendidos a la empresa tecnológica Shopify, y el gigante de la aviación Boeing ha firmado un acuerdo para comprar créditos a una empresa que utiliza un proceso que consume muchos recursos y energía para extraer dióxido de carbono de la atmósfera y llevarlo al océano. Otro proyecto planea vender créditos de enfriamiento basados en un sistema que bombea agua de mar sobre el hielo marino para aumentar su albedo.
A pesar del rápido despliegue de los proyectos de geoingeniería marina, sigue habiendo serias dudas sobre el impacto que tendrán en el medio marino. Además, la ciencia simplemente no respalda las afirmaciones de las empresas de que sus tecnologías pueden remover de forma segura el carbono de la atmósfera o reflejar eficazmente la luz solar hacia el espacio. De hecho, numerosos estudios demuestran que los proyectos de geoingeniería marina podrían tener en realidad el efecto contrario al que pretenden conseguir —por ejemplo, los proyectos de hundimiento de biomasa podrían dar lugar a la producción de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono.
El Monitor de Geoingeniería acaba de publicar nuevas actualizaciones sobre la situación de más de 50 proyectos de geoingeniería marina en todo el mundo, que ofrecen una evaluación actualizada de las principales formas de geoingeniería marina, sus posibles repercusiones y la dirección que están tomando. Estas actualizaciones se enfocan en tres categorías principales: aumento de la alcalinidad oceánica, hundimiento de biomasa y gestión del hielo ártico, pero también incluyen otros planes como la aplicación de aerosoles de sales de hierro sobre los océanos y el cultivo de algas en estanques llenos de agua de mar para luego enterrarlas en vertederos (y vender créditos de carbono en el proceso, por supuesto).
Por si no lo han visto, el Grupo ETC también publicó recientemente El espejismo de las algas, que explica por qué el tipo de producción industrial de algas propuesto por muchos proyectos de geoingeniería marina no enfriará el clima ni salvará la naturaleza. Pueden mantenerse al día de los últimos avances en geoingeniería a escala mundial consultando el Mapa de Geoingeniería, que abarca literalmente cientos de proyectos y empresas, y la página web del Monitor de Geoingeniería, donde se publican periódicamente actualizaciones tecnológicas.
Este artículo se publicó originalmente en el boletín de abril del Monitor de Geoingeniería. Suscríbase aquí para recibir nuestros boletines directamente en su bandeja de entrada.
Los experimentos en mar abierto impulsados por los mercados de carbono ponen en peligro el medio marino
Los experimentos de aumento de la alcalinidad oceánica (OAE, por sus siglas en inglés) y los proyectos a escala comercial que pretender remover el dióxido de carbono de la atmósfera reduciendo la acidez del agua del mar están proliferando en mar abierto, zonas costeras y cercanas a la costa de todo el mundo. La promesa de generar ingresos vendiendo créditos de carbono es la fuerza motriz de muchos proyectos de OAE, y ya se han firmado acuerdos de precompra de compensaciones, incluso con Boeing.
Hundir biomasa en mar abierto es una estrategia de remoción de carbono no probada, pero eso no ha impedido que las empresas vendan créditos de carbono por ello
Cada vez más empresas vierten algas marinas y biomasa terrestre (como madera) en el océano para que ésta y el carbono que contiene se hundan en el fondo marino. Cada vez más proyectos están hundiendo biomasa de esta forma a escala comercial, a pesar de los temores de que esto tenga un impacto negativo en los ecosistemas oceánicos, la biogeoquímica y las redes alimentarias marinas, especialmente si se lleva a cabo a gran escala.
La gestión del hielo ártico y otras propuestas de geoingeniería deben seguir siendo ciencia-ficción
El Proyecto Arctic Ice propone cubrir el hielo terrestre y marino del Ártico con miles de millones de diminutas bolas de vidrio huecas con el fin de retardar el deshielo y/o restaurar el hielo. El proyecto describe la capa de material reflectante flotante que está utilizando como “un vidrio amorfo compuesto principalmente de dióxido de silicio (‘sílice’)”. Añade que “la sílice es un compuesto inerte formado por dos de los materiales más abundantes de la Tierra” y que es un “constituyente principal de la arena”.
El espejismo de las algas: el cultivo industrial de algas no enfría el clima y daña la naturaleza
Mientras el mundo lucha por encontrar una solución al cambio climático, las algas —o “macroalgas”— se han convertido en el centro de atención. Con bombo y platillo y cientos de millones de dólares de inversiones supuestamente “verdes”, una nueva industria de algas de “carbono azul” está invadiendo costas y mares. Sin embargo, casi ninguno de los argumentos que se utilizan para promover estos proyectos de “carbono azul” con algas marinas —que incluyen desde el cultivo y hundimiento de algas a escala industrial, hasta proyectos de supuesta restauración y recuperación de “variedades silvestres”— resultan coherentes. Descargue aquí el informe del Grupo ETC.