Silvia Ribeiro *
Es conocido que las petroleras impulsan y controlan las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés). Además, también han estudiado muchas otras formas de geoingeniería, incluyendo la modificación de la radiación solar, en pos de proteger sus ganancias y seguir sus actividades con altas emisiones de dióxido de carbono, argumentando que se puede contrarrestar el calentamiento global bajando la temperatura y retirando el exceso de carbono de la atmósfera, lo cual también son negocios adicionales para la misma industria, que creó el problema.
El informe del CIEL revela que ExxonMobil, Shell, BP, Total, Chevron y otras tienen intereses, patentes e investigación en todas las formas de geoingeniería e incluso algunas han sido pioneras en investigarlas. Exxon, por ejemplo, investigaba desde la década de 1940 formas de modificación del clima, como por ejemplo cubrir áreas con asfalto para aumentar la absorción de calor con la idea de provocar lluvia en otras zonas.
James F. Black, uno de los investigadores de Exxon que participó en ese proyecto, tuvo también un papel clave en la investigación de la empresa sobre cambio climático y dióxido de carbono en las décadas siguientes.
Desde la década de 1940, las mayores petroleras han hecho investigación sobre el clima –tanto para proteger sus inversiones como para entender sus impactos–. Cuando el debate sobre cambio climático empezó a generalizarse, tenían amplia información para construir formas de negar el fenómeno y evadir su responsabilidad.
Complementariamente han investigado, promovido y cabildeado el desarrollo de una amplia gama de técnicas de manipulación del clima, tanto técnicas de remoción de dióxido de carbono, por ejemplo, plantaciones para bioenergía, captura directa de aire (ambas, combinadas con CCS), alcalinización del mar y fertilización oceánica, como técnicas de geoingeniería para alterar la radiación solar que llega a la Tierra. Entre estas últimas, crear y blanquear nubes marinas para reflejar el sol o inyectar sulfatos en la estratósfera para bloquear los rayos del Sol, imitando el efecto de las nubes volcánicas, todas con la intención de bajar la temperatura.
El informe aporta numerosos datos y nombre de científicos y cabilderos de la industria petrolera que han tenido enorme influencia en las políticas de Estados Unidos sobre energía y cambio climático para impedir el desarrollo de políticas de energías renovables y para promover la geoingeniería, tanto bajo la administración de Barack Obama como en la actual. El propio director ejecutivo de Exxon, Rex Tillerson, pasó de ese cargo a secretario de Estado con Trump hasta 2017. La existencia de opciones de geoingeniería justifica, según éstos, que no es necesario hacer recortes en las emisiones.
Uno de los más activos proponentes científicos de la geoingeniería es David Keith, de la Universidad de Harvard. Argumenta que son medidas que deben prepararse frente a la inacción climática. En 2017 presentó el proyecto ScoPex, experimento para diseminar partículas reflejantes del Sol, a realizarse en Arizona o Nuevo México, probablemente en territorio indígena. Sería el primer experimento a cielo abierto de manejo de la radiación solar. Más que un experimento científico, ScoPex es punta de lanza para comenzar con experimentos de geoingeniería solar y posteriormente su desarrollo a gran escala.
Keith se presenta como científico, pero es simultáneamente fundador y accionista de Carbon Engineering, empresa comercial de remoción de dióxido de carbono con la técnica de captura directa de aire. El carbono es usado para hacer combustibles sintéticos. El reporte del CIEL muestra que esto no remueve el carbono de la atmósfera, sino, incluso, por su alta demanda energética, podría emitir más. En enero 2019 las petroleras Chevron y Occidental Petroleum se sumaron como inversores a esa empresa, que fue financiada inicialmente por Bill Gates, entre otros.
Es una muestra de lo que plantea el informe: hay una línea de continuidad entre la industria de combustibles fósiles, sus excusas para seguir extrayendo petróleo, gas y carbón y todas las formas de geoingeniería.
La creciente consideración de geoingeniería en informes y negociaciones internacionales sobre cambio climático debe cuestionarse radicalmente, a la luz de que en lugar de paliar los síntomas la geoingeniería es un argumento para posponer la necesaria reducción de emisiones.
* Investigadora del Grupo ETC.
Sobre geoingeniería y sus impactos, ver el libro Geoingeniería: El gran fraude climático, de Grupo ETC y Fundación H. Boell, http://tinyurl.com/ycljetdf