Por Silvia Ribeiro, periodista y activista uruguaya, directora para América Latina del Grupo ETC, con sede en México. Publicado originalmente en desinformemonos.org.
Uno de los proyectos emblemáticos de la geoingeniería, el proyecto SCoPEx de la Universidad de Harvard, fue clausurado este 18 de marzo de 2024, luego de años de resistencia de organizaciones de la sociedad civil y de pueblos indígenas, entre ellos la Red Ambiental Indígena de América del Norte, la organización Tonatierra Nahuacalli, Arizona, y el Consejo Saami en Escandinavia.
Este proyecto, (llamado Experimento de Perturbación Atmosférica Controlada, o ScoPEx por sus siglas en inglés) inició formalmente en 2017, y se presentó como solamente “investigación y experimentación científica” en geoingeniería solar. Su creador, David Keith, que estaba en la Universidad de Harvard, pero actualmente en la de Chicago, es uno de los más conocidos personajes promotores y defensores de la geoingeniería.
Keith, que ha sido financiado repetidamente por Bill Gates, recaudó muchos millones de dólares de fundaciones privadas y multimillonarios como Gates para su programa en Harvard y para SCoPEx.
En lo personal, Keith consiguió muchísimo más dinero y ganancias fundando paralelamente la empresa Carbon Engineering, (que aplica una técnica de geoingeniería para filtrar y secuestrar CO2 de la atmósfera) en la que se asoció con petroleras como Chevron y Occidental Petroleum (Oxy), ambas entre las mayores causantes del cambio climático, mismo fenómeno que Keith afirma quiere combatir con sus proyectos. En 2023, Oxy compró Carbon Engineering, a la que Keith sigue vinculado.
Aunque no es el único caso, no siempre quedan tan claros los vínculos entre los proyectos llamados científicos de geoingeniería y los intereses de sus promotores y de las grandes empresas que causan el problema que la geoingeniería dicen atender. En efecto, uno de los varios efectos muy nocivos de las propuestas de geoingeniería es que se presentan como “soluciones” tecnológicas a los síntomas del cambio climático pero sin mencionar ni cambiar sus causas. Esto les permite a los contaminadores mantener sus actividades, seguir emitiendo gases de efecto invernadero y además, hacer nuevas ganancias con tecnologías que supuestamente van a retirar el CO2 emitido o reflejar la luz del sol hacia el espacio con geoingeniería solar para bajar la temperatura.
Tanto la Red Ambiental Indígena como Tonatierra y el Consejo Sami celebraron la derrota final del proyecto SCoPEx. Un tema grave es que los experimentos de geoingeniería solar –la mayoría, no solamente SCoPEx– se plantean sobre territorios indígenas. Como explica Panganga Pungowiyi, de Sivungaq, Alaska e integrante de la Red Ambiental Indígena, esto no es casualidad, sino una conducta repetida de usar las comunidades y territorios indígenas para experimentos de tecnologías peligrosas e inciertas.
Además, en la mayoría de las propuestas de esos experimentos ni siquiera se respeta el derecho, establecido en Naciones Unidas, de los pueblos indígenas a la consulta y a negar o dar su consentimiento previo, libre e informado.
SCoPEx intentó al inicio hacer experimentos en Tucson, Arizona, pero Tonatierra alertó a las autoridades tradicionales de los pueblos O´Odham, en cuyos territorios se sitúa Tucson. «Los Nukutham, guardianes tradicionales O’Odham de los sitios sagrados, dijeron que no sólo no se les había informado de la naturaleza y el alcance de este experimento, sino que en cualquier caso no podían consentir un proyecto de este tipo en ninguna tierra O’Odham», explicó Eve Reyes-Aguirre, organizadora comunitaria de Tonatierra.
El proyecto SCoPEx decidió entonces intentar hacer el experimento en Kiruna, Suecia, en el círculo polar Ártico en 2021, pero se encontró allí también con amplia resistencia y tuvo que retirarse. Los pueblos Saami tuvieron una respuesta similar a los sabios O’Odham: tampoco fueron consultados, pero esto es apenas una parte de la ofensa de este tipo de proyectos.
“La geoingeniería solar viola la cosmovisión del pueblo Saami y va en contra de la acción urgente que necesitamos para transformar el planeta en sociedades con cero emisiones de carbono que estén en armonía con la naturaleza. (…) Los riesgos existenciales de esta tecnología de geoingeniería la descalifican en su totalidad, no queremos que se se avance nunca, sea aquí o en cualquier otro lugar. El falso argumento de que esta traicionera tecnología podría ser un ‘Plan B’ para el cambio climático, es profundamente peligroso”, declaró Åsa Larsson-Blind, vicepresidenta en Suecia del Consejo Saami.
El Consejo Saami envió desde 2021 una carta a la Universidad de Harvard demandando la cancelación del proyecto, que fue apoyada por decenas de organizaciones, incluso redes de investigadores científicos en Escandinavia y otros países. No obstante, Harvard solo reaccionó este 2024, luego de que el principal promotor del proyecto, David Keith, que aportaba importantes fondos a la Universidad, abandonara el programa en Harvard para comenzar uno más amplio en la Universidad de Chicago.
Panganga Pungowiyi, de la Red Ambiental Indígena en Alaska, coordina la resistencia contra este y otros proyectos de geoingeniería solar que se pretenden instalar en zonas árticas, también en territorios indígenas, como el malhadado “Proyecto Artic Ice”.
“Los defensores de estos proyectos asumen erróneamente que la resistencia se basa únicamente en la preocupación de que la geoingeniería disuada los esfuerzos para abandonar los combustibles fósiles. En realidad, lo que vemos que estas tecnologías se quieren experimentar constantemente en territorios indígenas. La crisis climática es resultado del racismo, el colonialismo y la supremacía blanca. El CO²lonialismo y el capitalismo de desastre que se expresa en este caso como geoingeniería tienen sus raíces en esos valores. La estrategia histórica de ignorar los derechos de los Pueblos Indígenas y nuestro derecho al Consentimiento Libre, Previo e Informado es una práctica colonial continuada. Los geoingenieros asumen que la violación de los territorios y derechos de los Pueblos Indígenas está justificada por los presuntos beneficios globales de sus tecnologías. Nuestra resistencia está arraigada en la cosmología indígena, en la sabiduría ancestral que honra el carácter sagrado de la Madre Tierra y el Padre Cielo, nunca aprobaremos su manipulación. » expresó Panganga Pungowiyi
La clausura del proyecto SCoPEx es especialmente significativa, ya que hay un escalamiento importante de proyectos para promover la geoingeniería de todo tipo en el mundo, también solar. Este mismo mes, también se logró detener una propuesta sobre geoingeniería en la Asamblea Mundial de Medio Ambiente (UNEA 6 por sus siglas en inglés), que pretendía normalizar la investigación y experimentos de geoingeniería a nivel global.
Aunque la geoingeniería solar no es un concepto probado en ninguna parte, o sea, nadie puede afirmar siquiera que sería realmente efectiva respecto al cambio climático (que podría bajar la temperatura), ya existen empresas con fines de lucro que quieren avanzar experimentos, y que han empezado a hacerlos, incluso en forma ilegal en México. Esto causó que México declarara que no permitirá este tipo de experimentos en su territorio.
No obstante, quienes promueven la geoingeniería tienen amplia financiación de millonarios y fundaciones privadas, con las cuales, entre otras estrategias, están pagando a universidades del Sur global para que hagan estudios sobre geoingeniería solar, otra forma de colonialismo del conocimiento y una forma de avance de la normalización de estas tecnologías extremas. Uno de los líderes de este tipo actividades es la Iniciativa Degrees, una institución que se formó con capitales privados y que lamentablemente ha logrado infiltrarse en México: un instituto de la UNAM anunció que participará en los estudios financiados por ésta.
No es la única forma de avance de la geoingeniería en el continente, también hay otros proyectos en América Latina sobre los que debemos poner atención. Existe una amplia colaboración global contra la geoingeniería por parte de movimientos, organizaciones de sociedad civil y pueblos indígenas: la Alianza HOME (No Manipulen la Madre Tierra).
Necesitamos conocer, entender y resistir las diversas formas y trampas con las que los promotores de la geoingeniería avanzan sobre nuestras comunidades y territorios.